Ahora que hablabamos del olvido de las televisoras a Rocío Dúrcal en donde al cumplir once años de su fallecimiento no la recordaron por ningún momento, es importante analizar el raquítico contenido de la televisión mexicana y su anomalía visual para no desperdiciar a las talentosas que cuenta nuestro país y que han sido desplazadas por cubanas merolicas. Es defraudador que aparezca en pantalla una conductora tan elegante y preparada como Carmen Muñoz quien se convirtió en emblema de un canal educativo como el Once; participando en un programa banal y de gritos al lado de Juanito y digno de Laura Bozzo o la ausencia en el aparato receptor de la presencia de un rostro como Gaby Ramírez que junto con Verónica castro han sido las caras que marcaron décadas por su inigualable sonrisa y angelical imagen como lo representó Castro en los años 70s (aunque su éxito como actriz fue en los ochentas) y Gabriela Ramírez en los noventas y que sin embargo ante la miopía de las televisoras, ambas terminaron en un proyecto de calidad inferior como lo fue Big Brother cuando sus tamaños son para seguir siendo las Diosas de las pantallas caseras como también debería de serlo también, Marisol González y otras notables presencias que podrían sacar a la televisión mexicana que se encuentra como buey en el barranco.
