Aunque la tecnología necesaria para realizar emisiones de radiodifusión se encontraba en uso desde principios de siglo, tan sólo había sido utilizada profesionalmente como una extensión de la telegrafía y la telefonía. No fue hasta 1920 que se empezó a concebir la explotación de la radio como un medio de comunicación de masas. Según las regiones, la aproximación seguida para su adopción fue variada: mientras que en EEUU se permitió la aparición de diversas cadenas privadas, en Europa y, evidentemente, en cualquier país que viviera en dictadura, se optó por los monopolios estatales.
Como consecuencia curiosa de la explotación privada de la radio en EEUU, se ha de destacar la acusación de invasión de competencias que presentó AT&T contra la WHN en New York en 1924 por vender tiempo de emisión a sus anunciantes. Si bien AT&T logró ganar el juicio, la fuerte oposición de la sociedad impidió la aplicación las sanciones.
Un fenómeno digno de mención es la llamada Radio Liberty, una emisora que nació durante la guerra fría (en 1959) como megáfono de la propaganda estadounidense tras el telón de acero. Se convertiría así en la única competencia del monopolio estatal de radio. Con el fin de la guerra fría entró en decadencia y actualmente, si bien sigue radiando su mensaje hacia otras partes del mundo, se encuentra en vías de extinción.
A partir de los 70 comenzó a extenderse por Europa el movimiento de las Radios Libres. Este fenómeno, ampliamente extendido en otras regiones del mundo, arraigó con fuerza en los países europeos con monopolios gubernamentales sobre la radio. Cabe decir que las Radios Libres no disponen de licencia y, como tal, se consideran emisoras piratas. Su influencia empezó a desvanecerse a medida que iban cayendo los monopolios contra los que habían luchado al ganar terreno las emisoras comerciales privadas.
Respecto a la televisión, cuyos inicios se remontan a 1941 en EEUU, poco hay que decir. Siguen el mismo destino que la radio ya que, a fin de cuentas, juegan el mismo papel para los gobiernos. La diferencia radica en que la televisión implica un gasto en infraestructuras mucho mayor y el alcance de su señal es muy inferior. Es por ello que ni el modelo de Radio Liberty ni el de las Radios Libres resultó aplicable en este caso.
Cabe decir que la actual tendencia de los medios de comunicación de masas (incluyendo a la prensa escrita), tiende a la concentración en grandes grupos. Esta situación da pie a la aparición de grandes oligopolios nacionales y, en casos extremos, incluso monopolios. Sirva de ejemplo de esto último Italia, un país en el que un único grupo controlaba (hasta hace poco) todos los medios de comunicación incluyendo los públicos gracias al ascenso al poder por parte de su presidente (Silvio Berlusconi). Estos grandes grupos suelen verse sometidos a una fuerte polarización que entremezcla intereses políticos y económicos, dejando que la objetividad de la información recibida por el pueblo brille por su ausencia.
El siglo XXI nos ha deparado la tecnología al alcance de más personas para comunicarnos masivamente, ahora el monopolio no será televisivo sino será de aquellos que logren conquistar a su público aunque sea por una vía modesta, la clave será la preparación, el profesionalismo y la creatividad, los que no sigan estos elementos se quedaran atrás. También dependerá del nivel educativo del espectador el se enganche o no con ciertos blogs, programas de imagen y de sonido y espacios digitales. Más en www.somoselespectador.blogspot.com