Ahora más que nunca, se cumple aquella premisa de que es más difícil hacer reír que hacer llorar, sin embargo el talento del cómico y del comediante existen aunque parezcan estar sustraídos por un platillo volador. Los rescates por llevar la carcajada al público son muy reducidos ante una programación televisiva que buscando hacer reír lo que logran es hacer enojar. Las oportunidades de los amos de la risa, se extinguieron al terminar las carpas y principalmente la vida nocturna del país, y posteriormente por las mafias operativas con el firme lineamiento masivo conductivo, de dolosamente incluir la palabra grosería como sinónimo de buen humor. Si para la televisión la risa encarnada en grandes genios de la actuación se ha convertido en un ayuno infame, para la radio mexicana, simplemente ha desaparecido. Más en www.somoselespectador.blogspot.com