Hasta para los tiranos puede aplicar aquella sentencia que señala que a todos los muertos les crecen virtudes. El presidencialimo dictatorial que sufrió México y que luego se convirtió en una dictadura empresarial, en donde la corrupción fue una herramienta principal para el saqueo material y moral de nuestro país, convirtió en varias conductas incorrectas en acciones normales y hasta aplaudidas. Los medios de comunicación como instrumentos de manipulación, desinformación y direccionismo fueron fundamentales para este plan perverso, al extremo que fue la televisión quien llevo a la presidencia a un presidente príncipe con una cónyuge de telenovela, capaz de perfumar un fraude electoral y revertir al ofendido en agresor. Para el funcionamiento del sometimiento del pueblo de México sin estallidos sociales importantes ni rebeldías, fue importante el plan partidista, la concentración de operación de gobierno y la creación de voceros que penetraban en el criterio social por medio del entretenimiento y el secuestro de un plan educativo, al grado de coronarlos como líderes de opinión, como es el caso de Talina Fernández cuyo quehacer periodístico no era autónomo sino servil a una empresa matrimoniada con el sistema o el caso de Jacobo Zabludovsky quien aprovechando la monopolización televisiva era la única voz pero no la mejor voz, aunque escritoras a su mando como Cynthia Lara Paredes que llegaban a noticiarios para justificarse ante las altas esferas sociales como intelectuales ante sus limitaciones intelectuales pero privilegios económicos, y que después crearon su mundo de fantasía rosa, en donde un manipulador como Jacobo, lo califican de manera convicciosa como gran maestro en su libro inorgánico, "Así lo Dijo Jacobo". y es que el finado exconductor del noticiario 24 Horas, ante la falta de competencia profesional, pudo adquirir experiencia absoluta, que le permitió realizar trabajos de buena calidad como su recorrido por la Ciudad de México, minutos después del terremoto de 1985, pero también hacer el ridículo ante verdaderos intelectuales como Salvador Dalí o la manera aferrada en que tenía que apegarse a la hoja informativa ante su falta de análisis y libertad periodística. Más
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