Hasta la más cruda realidad en la televisión es mentira porque la imagen ante un televidente manipulado, no causa evidencia como un falso dicho y más, sí los conceptos desviados vienen de boca de un producto elaborado para ser admirado por las masas o de un rostro atractivo. La operación de estos elementos en una campaña política han sido importantes aunque no fundamentales en las elecciones mexicanas, en donde los mexicanos saben que la televisión les miente, pero le siguen creyendo, sin embargo han demostrado que al momento de llegar a la intimidad de una casilla, aunque nieguen a su votante, no votan por lo que les han sido ordenado mediáticamente, ya que de ser así, no hubiera la izquierda ganado la presidencia de México en el 2018, ni hubieran existido los fraudes electorales de 1988, del 2006 y 2012, pero por otro lado, de mantenerse un criterio politizado y firme, tampoco hubieran existido los triunfos rotundos en las elecciones intermedias del 1991 con Salinas de Gortari ni la victoria foxista en el 2000, con lo que se acredita que el llamado "pueblo sabio" también se equivoca, pero que lo importante es que no se equivoque en momentos de contundencia, como lo es la consolidación de una transformación presidencialista, o en que se tienen que rechazar de manera contundente, las reformas en que pueden impulsar deudas públicas como ocurrió con el FOBAPROA o la afiliación a un modelo económico internacional que arruine el patrimonio nacional como fue la entrada de México al GATT. Los líderes de opinión que resultan extintos ante una audiencia pensante, pueden ser voceros de la política trazada por un Estado profundo u orquestadores de un método imperialista o de un saqueo interno, cuando el pensamiento materialista, doblemoralista, y la idiosincrasia encausada, se encuentran arraigadas a una mentalidad colectiva que puede abarcar a millones de personas que habitan un país pero que no necesariamente resultan ser la mayoría.. Más
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