Así como los animales se clasifican en dos grandes grupos que son los vertebrados y los invertebrados, así también el espectador debe clasificar la zoología periodística. En aquellos comunicadores con hueso, que están bajo el esqueleto de una línea, que algunos descaradamente son identificables en cuanto a que están bajo la patria potestad empresarial y de abuso poderoso y otros que fingen ser veraces o cuidan su imagen de veracidad para posteriormente servir al amo. También existen los periodistas invertebrados, cuyos movimientos son autónomos, que difícilmente aparecen en televisión , esporádicamente en la radio tradicional y que su refugio era frecuente en la prensa escrita de poca circulación y ahora en las redes sociales, que por cierto para confundir al auditorio, han sido invadidas como pasillo habitual por esos periodistas vertebrados. Anteriormente, hasta lo que se anunciaba en la radio o en la televisión, tenía palabra de honor, a partir de que la ambición empresarial se volvió en voracidad con el neoliberalismo, el televidente, radioescucha y lector, ya no pueden confiar ni siquiera en los anuncios comerciales que pasaron de ser exagerados a mentirosos, tal cual sus comunicadores. La corrupción ha sido la llave negra para todas estas desgracias, desde la formación familiar, social, profesional y política; el ciudadano mexicano ha crecido en un ambiente deshonesto como paisaje habitual y este se anida en el ejercicio profesional como ocurre en el caso periodístico en donde el espectador consciente rechaza, el inconsciente acepta y el ignorante llega a adoptar y a defender aunque no entienda su accionar y reaccionar a falta de reflexión operante.