El progresismo acelerado de un sector del país y la llegada de un nuevo régimen de gobierno, ha provocado una confrontación inútil e inmadura entre quienes asimilan tales situaciones y quienes se estacionan en el retrogradismo, sin embargo mientras que existe esta división de opiniones entre diferentes núcleos de la sociedad, incluyendo la familia o el grupo de amigos, en los medios de comunicación convencionales el consenso es absoluto, cual grupo country, que toca en una cantina en plena balacera como si nada ocurriera o igual que la orquesta que no dejó de tocar al hundirse el Titanic. Resulta difícil de creer, que México que es el quinto país de América con más estaciones de radio, se presente una unanimidad de opiniones entre los editorialistas. El claro ejemplo, es la CDMX, que con más de 50 estaciones en el cuadrante, solamente se rompa el discurso idéntico en las frecuencias que pertenecen a la radio pública o universitaria. El absolutismo que dejó a su paso el presidencialismo
dictatorial y el disimulo que hizo de los más primitivos asnos todos
unos maestros de la locución, también han roto el principio de que ciertos
valores pueden ser igualmente correctos y fundamentales, aún estando en
conflicto unos con otros; y han dejado calcada la propaganda denigradora y direccionada. Más en www.somoselespectador.blogspot.com