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La contundencia de las votaciones presidenciales del 2018 por parte del pueblo de México, no deja tan bien parado la frase de Joseph de Maistre, de que el pueblo tiene lo que se merece, incluyendo a su gobierno, ya que los comentarios en los medios de comunicación no coinciden con el pensar del público, pero acaso, ¿el espectador tendrá los comunicadores y la programación de radio y de televisión que se merece?. La excusa de los mercaderes de la comunicación, radica en que mientras un televidente o radioescucha sintonice determinados contenidos, éstos seguirán prevaleciendo, pero no se argumenta sobre la limitación de la televisión y la radio abierta, y la falta de posibilidad de muchos mexicanos de poder contratar servicios de comunicación y entretenimiento alternos, incluyendo al internet. Es por eso, que pocos pueden escuchar los comentarios de Olimpia Rojas cuya preparación y nivel intelectual, es difícil encontrar en los comunicadores actuales, y mucho menos en aquellos que cubren la fuente de espectáculos o que conducen programas de nota del corazón. Para Olimpia, es un punto muy sensible establecer los límites que debe tener la libertad de expresión, aunque muchos se señalan como letra muerta en la constitución y en la ley de comunicaciones y en aquellas disposiciones que regulan prioritariamente a la prensa, cuando incluso esta se extingue por los medios electrónicos. Olimpia Rojas en su participación para Justicia TV, apuntó que lo difícil de sancionar civil o penalmente, los mensajes de odio que incluso se expresan en programas de chismes, es por no poder cuantificar de manera objetiva, el daño que se produce y la subjetividad de que un árbitro o un juzgador pueda determinar de manera general e incluso específica, cuando se trata de una opinión severa y cuando de un comentario dañino e intencional, y como acreditar que el nexo causal es perjudicar. También se mencionó que resulta igual de complicado, poder sancionar a quienes emiten noticias falsas o chismes, cuando se corre el riesgo de aplicar actos de censura o cohibir apuntes de primera instancia que se pueden tratar de primicias o de un reporte oportuno al momento en que está ocurriendo el hecho, con los riesgos de exactitud que la prontitud ocasiona. Por lo que son precisamente estas circunstancias periodísticas, legales y de antecedentes históricos, los que impiden la presencia de la ley de manera estricta y de mejor optar por la presencia ética tanto del comunicador como del público que sintoniza determinados programas o sigue a determinados comunicadores.Más en www.somoselespectador.blogspot.com
