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martes, 14 de septiembre de 2021

¿CONMEMORAR O FESTEJAR EL DIA DEL LOCUTOR?

 









































La corrupción logra colarse en todas partes y en cualquier parte del mundo, pero en alta escala y a una magnitud de desmantelar el patrimonio nacional, es que ocurre en México, lo que  comenzó en una etapa empresarial, en  el sexenio de Miguel Alemán, sin imaginar que a él y a sus sucesores los superaría López Portillo, y cuando parecía que ya no podía  existir más grados de corrupción, llegó Salinas, Fox, Calderón y Peña, y a la par de ellos, líderes sindicales, de asociaciones, de sociedades, cámaras y todo tipo  de agrupaciones de la Sociedad Civil. Y así hasta invadir todo, incluso aquello que parecía intocable como lo son las fuerzas armadas. En todo este sembradío,  los locutores no podían ser la excepción, al formar parte de la sociedad misma, en crisis de valores. Ante tanta podredumbre encabezada por un sistema político, y  por todos los costados, es que llegó a ocurrir todavía algo peor, que fue  acostumbrarnos a la actividad inmoral para obtener ganancias,  entonces el locutor, el programador, el director y  concesionario, se acostumbraron a observar y formar parte del pasaje de la transa, al grado de que la acción de pagar porque se programara un tema musical y aparte decir que se programaba por petición telefónica de los oyentes, ya era un requisito aceptado y  normalmente visto-. Lo mismo ocurría con los Premios pagados, en donde el artista perdió la dignidad, la honra, la autoestima, al  conseguir preseas con "código de barras", y con menor esfuerzo que tumbar con un rifle una figurita en la feria. Un elemento elegante de la  corrupción, es  fingir, engañar, mostrar lo contrario de lo que es y de lo que se piensa, las críticas zotaneras y no la confrontación de ideas productiva y frontal, el montaje social de bailar dentro de un mundo perfecto en donde el nivel de comunicación se caía en pedazos. El día de la locución señala en el calendario una fecha festiva para el gran banquete, como ocurre con el día de los novios o del compadre,  ya que "la formación deformada"  no  buscaba treguas para reflexionar, sobre el derecho de ser informado apabullado ante la compra de medios al servicio del sistema, y sobre el derecho de informar, censurado y cortado ante la muerte de informadores, en un marco terrorista material y también formal nacido del micrófono. Tuvieron eco,  opiniones que demandaban  la necesidad de crear la carrera de periodismo y luego de ciencias de la comunicación y de elevar a licenciatura la locución, cuando  quienes han dado la cara por la locución y el periodismo en el panorama de ayer y hoy, no han sido ni locutores ni periodistas, sino estudiosos de otras ciencias, con títulos universitarios en otras asignaturas de mayor preparación que el periodismo, ya que primeramente, es importante que se reconozca al periodismo como  un oficio que debe ser alimentado por diferentes conocimientos y no con  un curso con título académico, que sirve de salida fácil  de justificación documentada, para aquellos que no tuvieron la capacidad de concluir una carrera universitaria. También se ha señalado la necesidad de contar con una licencia de locución, para ganancia de quien esté autorizado de expedirla, -porque tener licencia no implica ser un buen automovilista, en el caso de las licencias de manejar-,y lo mismo ocurre en el caso de quien tiene la responsabilidad de estar frente  de un micrófono, ya que la licencia no es un documento mágico que garantice calidad, ya que lo que garantiza la legitimidad frente a un micrófono, es la honestidad, la escala de valores, el talento, la vocación, y la preparación a base de conocimientos empíricos y científicos producto de  una  carrera estructurada, tal y como quien aspira a ser Presidente de la República, que no estudia para ser Presidente, sino que se basa en una preparación académica que lo haga competitivo para dicho resultado. Aquellos locutores que contaban con su licencia de locución al final se asemejaban a aquellos que no la tenían, o quiénes de ellos se distinguían por alzar   la voz ante la muerte de comunicadores, ante los fraudes electorales que ha vivido nuestro país, ante los saqueos de sistema dictatorial presidencialista, quiénes honraban un micrófono para oponerse al mal gobierno y quiénes lo honran ahora, para evitar la resistencia de la corrupción y despegarse de lo que cada vez resulta más difícil mantener como modo de vida ante la falta de subsidios abusivos y desvíos de recursos que lograban la conformidad de la mayoría del medio de la comunicación y la locución, que obtenían altas ganancias, y sustituían con sus  egos, su falta de responsabilidad  de cumplir cabalmente con las necesidades, derechos y exigencias de la audiencia. Los medios de comunicación, y el nivel de quienes lo forman, es la primera evidencia de que tan progresista, desarrollado, honesto y democrático es un país. Y en el caso de México, en donde tal  situación es evidente, por eso en la mayoría de los casos en que se asignan días para recordar ciertas cosas, la mayoría de los inconscientes festejan y   los conscientes, solamente conmemoran. Ante el recuento de los daños, más que festejar debemos conmemorar “El Día del Locutor”. Más en www.somoselespectador.blogspot.com