El periodismo corruptamente servil, programa en sus espacios
televisivos, determinadas opciones
musicales, que se recomiendan como arte sublime, y que en realidad no son más
que remesas propagandísticas en base al chayotaje o a la influencia, ambas acciones de corrupción, bien arraigadas y establecidas por quienes se
dicen periodistas por el simple hecho de contar por ahora con un tiempo en televisión.
El sustento en la corrupción y en abuso
al público quien resulta ciego pero con buen olfato, es lo que provoca una tardía selección natural como característica perteneciente al espectador de los países tercermundistas y a la estrategia mediatizada
globalizada. Lo anterior, es la clara explicación del porqué, vendedores de
ideas disfrazados de periodistas de espectáculos, promueven hasta el cansancio
a una cantante mediocre como Angela Aguilar y no presentan ni por casualidad a una
cantante de la magnitud de Carolina Ross quien por mucho, es hoy por hoy, la
mejor intérprete con que cuenta nuestro país. El análisis producto del
sentido común, se contesta: ¿Porqué anunciar un programa que es de chismes como si fuera de espectáculos? ¿Se
necesita estudiar periodismo, contar con título o licencia para ser un presentador
y lector de chismes? ¿quién viola la ley en su artículo 16 constitucional es
digno de credibilidad y respetabilidad en su profesionalismo?. Ayer la entrega
de los premios Bilboard Latin Music,
mostraron el poco sentido que tienen su existencia, al ser solamente una
entrega de regalos predecibles, ante un panorama musical que exige cambios de
fondo en su legitimidad. Más en www.somoselespectador.blogspot.com